Sobre la base de la enseñanza de Juan Pablo II, se puede decir que una de las propiedades esenciales del matrimonio, a saber, la indisolubilidad, tiene su origenen dos títulos. En el matrimonio natural, la indisolubilidad proviene de su sacramentalidad primordial otorgada en el mismo acto de la creación del hombre. En el matrimonio entre los bautizados, se añade otro título, es decir, la dignidad del sacramento de la Nueva Alianza, a la que fue elevado por Jesucristo. Así pues, el matrimonio natural no tiene ningún defecto y tampoco carece de nada: es indisoluble por ser el sacramento primordial de la creación. Fue creado de tal modo, que la indisolubilidad pertenece a su estructura original, que, entre los bautiza dos, alcanza más firmeza por la acción de la gracia divina.
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